Óscar
estaba en su despacho de la OTAN, viendo como el día amanecía gris y los
viandantes se iban despertando sin demasiado ánimo. Escuchaba el canto de las
aves y al aleteo de las ramas de los árboles que parecían enfadarse con el
ruido que hacían las persianas de los locales. Echaba de menos a sus islas, sus
comidas, sus aromas a salitre y a sus dunas que caminaban cerca del mar.
¾
¿Qué
sabemos Cristóbal? Dame algo que avance en la investigación. La CIA me enviaron
unos expedientes de los alemanes que no tienen desperdicio. Ahora sí, tengo el
presentimiento de que son los que buscamos. Bernard fue capitán de las boinas
azules y está casado con una musulmana. Al parecer, le dio a su suegro una
suculenta dote que no pudo rechazar; sin embargo, Madison es racista hasta el
extremo, por lo que es de extrañar que haga el camino con los musulmanes, y lo
que es más extraño si cabe, es que lo fotografiaron hablando con chiitas y con
unos ucranianos islamistas. Avísame cuando tengas algo.
¾
Estamos
examinando unas fotos de Rabat y otras de Calatayud, que llegaron en un paquete
anónimo hasta mi oficina. En cuanto sepa algo te llamo
Óscar
colgaba despidiéndose con un hasta pronto, y llamaba a su colega norteamericano
para unificar las informaciones que eran demasiado escuetas para el deseo de
Óscar. Después se puso en contacto con el Senescal, que estaba en Londres,
pidiéndole reunirse con él ante la lentitud de las informaciones. Óscar pensaba
que eran demasiados riesgos para tan pequeños resultados
Ya
en Bruselas las nubes cubrían el cielo, pero la lluvia había parado, tregua que
aprovechaba Óscar para desayunar y hacer algunas compras antes de viajar a su
tierra, haciendo una escala en Londres.
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