Herman
y Zeeman caminaba a paso ligero por Haarlemmerstraat, probablemente la calle
comercial más larga de Europa, de Leiden, sin apreciar el día apacible que
ofrecía la ciudad con pequeños rayos solares que asomaban tímidamente. No
reparaban en los músicos que tocaban canciones melódicas que iban directas al
corazón, ni en las palomas que revoloteaban presumidas desafiando al viento. No
se percataban de los transeúntes, que, al contrario de ellos, sí descubrían al
nuevo día agradeciendo la paz que en esos momentos las calles les daban. No, sus
tendones encogidos les dejaban observar ni sonreír, no había tiempo puesto que
Devoss los esperaba sin saber con qué ánimo les recibiría.
Entraban
en la sede saludando correctamente al que se iban encontrando hasta llegar a la
oficina de Devoss. La tensión se acentuaba cuando vieron la puerta abierta.
¾
Decirme
algo nuevo.
Como
siempre, Zeeman tomaba la palabra con la voz temblorosa ante la mirada
impasible de Devoss, y Herman intentaba saludarlo con una leve sonrisa, pero
ante la indiferencia dirigió su mirada al Ojo de Horus con la esperanza de que
Devoss no reparara en su nerviosismo.
¾
Hablamos con ellos en Calatayud. Sospechan de
las tres amigas. Piensan que saben más de lo que dicen y además escucharon como
una de las monjas, le dijo a la más vieja, que podía hablar en latín con ella.
Cova, que es como la llaman, le dijo que imposible que leyera latín porque no
lo sabía. También sospechan de otra de las chicas, la más reservada, piensan que,
si está pendiente de que la llamen para trabajar, lo lógico es que no hiciera
el camino. Dicen que se ponen en alerta cada vez que sus amigas le dicen que
mire el correo. No ven lógica.
¾
Sí, lo
más lógico es que no peregrinara y que intenten saber en qué oficina de empleo
está. Si dice que está desempleada tiene que tener una agencia. Que le pregunten,
aunque no la crean ¿Y qué hay de la otra?
¾
Con la
otra están tranquilos. Si creen que trabaja en una fábrica, su cultura es
básica, y solo habla catalán y castellano.
¾
Las
investigaremos pero que no pierdan de vista a las monjas. Esta es la segunda
vez que hacen el camino y eso tampoco tiene lógica. Avisarles que vigilen los
movimientos de los árabes. Pueden estar diciendo la verdad, aunque también la
mentira. Y en cuanto al matrimonio silencioso ya veo que no sabemos nada. Hablar
con nuestros amigos por si pueden aportarnos algo. Que la luz os ampare.
Herman
salía por delante de Zeeman, que cerraba la puerta a la vez que respiraba
hondo. Devoss descolgaba el teléfono, no muy satisfecho con el corto informe, hasta
se diría que inexistente, y mientras marcaba meditaba si los destituía Sus
pesquisas quedaban en el aire, y como jugador de póker, usaba su as guardado en
la manga.
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