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miércoles, 4 de abril de 2018

Países Bajos, Leiden



Apenas se despertaba la pequeña ciudad de Leiden, de los Países Bajos, donde el sol se hacía el remolón para salir, cuando un importante empresario y dos políticos de renombre europeos, entraban en una oficina de dimensiones cuadradas, donde destacaba un cuadro con el “Ojo de Horus”. Sus semblantes blanquecinos, quedaban disimulados ante unas mandíbulas perfectamente cerradas con los ojos fijados en sus amigos. Las voces eran diáfanas acompañadas de elegantes gestos. Ya sentados, con una taza de café en las manos, cambiaban sus impresiones sobre los peregrinos que estaban en España.

¾    Nuestra misión se está llevando con éxito y en el camino llevan de compañía tres mujeres españolas con las que entablan conversaciones de arte. Dicen de ellas que son simpáticas y divertidas para tan aburrido camino.

¾    ¿Qué hacen con ellas?

¾    Solo compañía y conversación. Al parecer el camino es duro con los coletazos del invierno, y son buenas caminantes. La casada es ama de casa, una de las solteras está en busca de empleo, y la otra no saben si trabaja en una fábrica o en un comercio de todo a 1€. Pero al parecer son inofensivas y amigas de pasarlo bien. Creo que no debemos de preocuparnos de ellas, no llevaban la indumentaria necesaria para hacer el camino. Ni de que nuestros amigos se enamoren, al no mostrar ellas mucho interés en tales asuntos.

¾    No des nada por hecho, amigo Zeeman. Que no pasen mucho tiempo con ellas y que sigan lo establecido. Mejor es que se relacionen con todos los peregrinos. Comprueba las identidades de esas mujeres y controla a las “otras organizaciones”. No quiero ninguna sorpresa. Tú también Herman, estate atento.

Media hora llevaban de reunión, cuando Devoss viendo que no aportaban nada de lo que esperaba, se levantaba despidiéndose de ellos, sin entusiasmo, y pensando que hacían tres mujeres, tan distintas, haciendo el camino si no iban preparadas ni tenían idea de lo que hace un peregrino, aparte de orar por ellos y por sus seres queridos.

 

El camino seria largo y Covadonga despertaba a sus amigas sin esperar a que amaneciera. Ya se iban acostumbrando a rezar, como el resto de los peregrinos, pidiendo un camino sin sobresaltos y ameno donde las conversaciones restaran los kilómetros. Marina como siempre protestaba al igual que Montserrat, aunque ésta más tímidamente, y más acostumbrada a levantarse pronto. Montserrat salía de la ducha y escuchaba como la puerta de la habitación de sus amigos, se abría. Sin saber por qué se paró tras de la puerta y escuchó la voz de Bernard, que, en alemán, le preguntaba a Madison si las despertaban o se iban sin ellas. Lo último que escucho fueron sus pisadas bajando las escaleras dejando un pasillo silencioso que penetraba en sus oídos, a los que oportunamente interrumpió el bostezo de Marina, que intentaba poner, inútilmente, en función sus biorritmos.

Covadonga salía del baño dispuesta a sacar una sonrisa, con su albornoz del revés y la toalla cubriendo la cabeza al estilo árabe. Montserrat la miraba y miraba a Marina.

¾    Hoy tenemos una caminata de nada. Unos 39 kilómetros, nos esperan para llegar a Puente de Reina. Unas 9 horas caminando a paso de Montse.

¾    Ya se fueron los alemanes. Madison le dijo a Bernard que mejor solos. Que, si los alcanzábamos bien, pero que ya sabía a lo que habían venido.

¾    Bueno ya nos dijeron que eran marchantes y su búsqueda es de encontrar nuevos valores o valores perdidos. Nosotras somos una distracción en ese menester, como diría los antiguos.

¾    Sí, les estorbaríamos. Nosotras no somos lo que buscan y el hablar con más gente pues igual les ayuda. Tiene razón Marina, Montse, si los encontramos de nuevo bien, y si no ya encontraremos otros peregrinos que sean amables y nos den compañía, conversación y bebidas.

¾    Pero tenemos los chaquetones que nos dieron.

¾    Nos los regalaron, Montse. Me vendrán bien para mis viajes moteros.

¾    ¡Oh sí! Monísima estas con ese chaquetón de tu talla que te tapa las rodillas y las manos. Muy útil si vas con pareja para el abrigo de ambas. ¿O es para tapar a la “Reina”?

¾    Deja a mi “Reina” que nunca me falla y me lleva a donde yo quiera. Solo tengo que darle de beber de vez en cuando, ¡y no hay camino que se la resista! Su sonido es inconfundible, hace que todos se den la vuelta para verla. ¡Ya la quisiera el motero petulante!

¾    Marina yo creo que aquella moto es más de monte. No entiendo mucho, pero es una moto buena. Y negra, me gusta más que blanca.

¾    Mi “Reina” es pura de corazón así que es blanca. Ese es pedante y su corazón debe de ser como el de su burra; negro.

¾    Es una Ducati Multistrada. Vale una pasta, que mi pareja la quiso comprar, pero se lo pensó mejor y me compró cosas a mí. ¡Si es que sabe valorarme!

¾    Ya volvió Montse. ¡Hala! Dúchate que nos vamos. Marina, revisa que no se nos quede nada, yo iré a ver si hay un bar abierto donde tomar café. Os espero abajo.

El gélido viento le cortaba la respiración obligándola a bajar la cabeza, levantándola levemente en busca de un bar.  Covadonga, daba vueltas a su cabeza sobre la conversación de los alemanes, que había escuchado Montserrat. La expresión de su amiga era de ocultación. Algo había escuchado que no les había contado. <<No puede ser. Mejor no le digo nada que dirá que soy mal pensada>> Al cabo de media hora después de recorrer las calles colindantes, volvía al hostal donde ya la esperaban sus amigas. Las tres contrariadas emprendieron el camino sin mediar palabra. Las tres, iban pensando en lo mismo; la repentina marcha de sus amigos. Dudas que se alejaban al encontrarse con un grupo de peregrinos cuatro calles más al sur, que salían de una fonda. Una vez presentados, continuaron con ellos la marcha entre discursos eclesiásticos, el significado de la Vera Cruz y la falta de conocimiento sobre ella por el pueblo llano. Covadonga iba conversando con Iñaki, un vasco de Rentería, que viajaba con su mujer Mayte para cumplir la promesa por el pequeño Aitor.

¾    Aitor, se había criado sano con una energía desbordante. Era vivaracho y con una memoria prodigiosa que hacía acordarse de todo y de todos. Al poco de cumplir los cinco años, comenzó a bajar el ritmo de sus juegos, el cansancio lo iba consumiendo. Lo llevamos a varios oncólogos que nos recomendaban, y todos decían lo mismo; le quedaba un año de vida. Tenía leucemia y había que hacerle cuanto antes un trasplante de médula y nosotros no éramos compatibles. Los españoles somos grandes desconocedores de cómo donar, siendo tan sencillo como extraer un poco de sangre para analizar la compatibilidad con el paciente. Una vez compatible, te dan otro pinchazo en la cadera donde te sacan la médula. Esta era leucemia mielobástica aguda. Yo quise asimilar, lo más pronto posible, de que mi pequeño se iba, pero su madre se volcó en él. Dejó de trabajar, de visitar a los parientes y amigos, dejó de acudir a la peluquería y las ropas que tenía cada vez le quedaban más grandes. Yo dejé mis partidas de mus y de acudir a Anoeta, para dedicarme a mis otros dos hijos mayores que cada día era menor el tiempo que les dedicaba su madre. Nuestras vidas se convirtieron en un caos, y entiéndeme que mis otros hijos y yo adorábamos a Aitor, pero también necesitábamos igual que él, a su madre. Yo hablaba con Mayte e intentaba comprenderla, pero ella no escuchaba. Su vida era la de Aitor. Pasaban los meses como los días y seguíamos a la espera de una médula ósea compatible, que no llegaba. Pero un día una amiga le regaló la Cruz de Caravaca hablándole a Mayte de los milagros que hacía, es la que lleva al cuello. Se la puso, y todos los días le rezaba pidiendo salud para Aitor. Muchas veces se quedaba dormida al lado de Aitor, agarrada a la Cruz.; luego se levantaba con dolor de huesos, pero al día siguiente volvía hacer lo mismo… Ahora viene lo inexplicable, le quedaba un mes de vida, y el oncólogo hizo la exploración, que le tocaba al chico, sin esperanza alguna. Cuando entró en la habitación Aitor estaba dormido, su madre explicaba que se pasó la noche soñando y hablando en voz alta. Le tomó el pulso y estaba normal, le puso la mano sobre la frente y no tenía fiebre. El doctor lo llamó y Aitor se despertó sonriendo, y por primera vez en cuatro meses, se puso de pie sin ayuda. Increíble ¿verdad? Pero aún hay más; saltaba de un lado para otro como cualquier niño de su edad. El doctor estaba atónito. Lo sacaron de la habitación para hacerle un reconocimiento profundo, y todos los resultados eran satisfactorios, pero no contento el doctor con ellos, ordenó que le hicieran una biopsia y salía limpia. La leucemia había desaparecido. Su hiperactividad volvía por sus fueros. Recuerdo que Mayte me llamó llorando, yo creía que no la entendía, no era posible, que mi hijo estuviera curado. De esto hace un año y mi hijo juega al futbol, va conmigo y con su hermano a ver a la Real Sociedad, en Anoeta y no tiene que hacer revisiones médicas todos los años sino cada dos. Está curado. ¿Ahora quién me dice a mi qué no existen los milagros?

¾    ¡Hombre, Iñaki! Insólito es, pero la fe mueve montañas y si esa Cruz es vuestra fe no habrá quien os lo discuta. Yo al menos no, pero creo en la ciencia.

El camino parecía no tener descanso, sus vaivenes cansaban más de lo previsto sus piernas y el viento no ayudaba haciendo que sus labios se secaran formando grietas cuando bostezaban. Nadie interrumpía al peregrino confeso y comprometido con el cristianismo cuando comenzaba a rezar el rosario susurrándole al cielo. Todos escuchaban sus pensamientos, sin reparar en el paisaje, pero sí, en el compañero.

Al cabo de dos horas y media de camino, con los primeros rayos solares llegaban a Pamplona. Las Damas se detenían en la primera cafetería que vieron donde el olor a churros salía de ella. Al no ponerse de acuerdo con el resto del grupo, Las Damas se despedían de ellos para dirigirse a la cafetería sin advertir que estaba en ella un viejo conocido. Marina, se percató de la Ducati negra, cuando un escalofrío recorría su cuerpo, apresurándose a decir que no le gustaba

¾    Marina, tengo hambre y tengo frío, ¡qué más da, esta cafetería que otra! Mujer, si no tiene mala pinta y los churros seguro que están ricos.

¾    Montse, sabes que siempre cedo a tus caprichos, pero esta vez cede tú. ¡Por favor! Ya sé que fui la que más insistí en quedarnos, pero vámonos.

¾    Está bien chicas, buscamos otra, que aquí lo que sobran son cafeterías.

Covadonga, recelosa del capricho de Marina, miró a su alrededor y vio la Ducati negra. < ¡Hostias! El motero, otra vez> No dijo nada, pero su paso se aceleraba, inconscientemente, haciendo que sus amigas le siguieran el ritmo, a la vez que preguntaba a varios lugareños la dirección para llegar a la Catedral de Santa María del Real. Les habían hablado de que próxima a ella, había una cafetería que aún daba desayunos y en la que Las Damas entraron.

Deleitaban el chocolate como si fuese el primero de sus vidas y discutían sobre donde se hacían los mejores churros. Terminaban de desayunar cuando vieron, a los peregrinos con los que llegaron a Pamplona, entrar a la Catedral, cosa que las hizo dudar de si prolongaban el desayuno o entraban en ella. Decidieron lo más convincente y entraron saludando a sus nuevos amigos.

Montserrat que ya no lo soportaba más, se puso de rodillas ante el altar mayor, seguida de Covadonga dejando que Marina se despidiera educadamente de ellos. Estuvieron rezando y admirando el románico, con estilos góticos y neoclásicos. En la cocina gótica, única en las catedrales españolas, se fijaron en el grupo al que unirse hasta el Puente la Reina. Tan sólo pedían que tuvieran conversación amena, era imprescindible, para las 6 horas de camino por valles donde podrían encontrarse con algún imprevisto. Se unieron a tres matrimonios, que iban con dos monjas, de origen malagueño. Las horas fueron amenas e instructoras sobre el arte de las catedrales góticas, que, según los cronistas de la época, habían sido construidas siguiendo la ecuación universal, de la cual se habían apropiado los Templarios al encontrar el Arca de la Alianza, en el Templo de Salomón. Las catedrales góticas, estaban orientadas y reflejaban el Universo, adornada con símbolos templarios, masones y algunas con escritos del Priorato de Sion. <Cada catedral esconde un mensaje que hoy no descubrimos, pero llegará un astrónomo o matemático que sabrá descifran el mensaje que los templarios nos dejaron con sus descubrimientos. El número 9 es la clave> Decía una de las monjas, mientras la otra recitaba:

¾    ¡Qué amables son tus moradas,

Yahvé Sebaot!

Mi ser languidece anhelando

los atrios de Yahvé;

mi mente y mi cuerpo se alegran

por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa,

para sí la golondrina un nido

donde poner a sus crías;

¡Tus altares, Yahvé Sebaot,

rey mío y Dios mío!

Dichosos los que moran en tu casa

y pueden alabarte siempre;

dichoso el que saca de ti fuerzas

cuando piensa en las subidas

Al pasar por el valle del Bálsamo,

lo van transformando en hontanar

y las lluvias lo cubren de albercas.

caminan de altura en altura,

y Dios se les muestra en Sion.

¡Yahvé, Dios Sebaot, escucha mi plegaria,

hazme caso, oh Dios de Jacob!

 

Salían mirando el cielo que parecía más iluminado de lo habitual, el sol les sonreía animándolos a pasear por la ciudad sin pensar en el cansancio acumulado, hasta que uno del grupo aconsejó descansar un poco antes de retomar el camino, y todos decidieron en irse a almorzar. No poniéndose de acuerdo que almorzar, Las Damas se separaban del grupo para ir a otro restaurante, y entre plato y plato con el tono bajo, cambiaban impresiones.

¾    Una de las monjas no está muy bien ¿eh? (Marina ponía cara de circunstancia) No entendí lo de 9, ni lo de las catedrales. No obstante, la otra la miraba con resignación, por lo que creo que va a pedir por ella a la Cruz.

¾    Yo creo que sabe más que la otra. Hasta puede que sea del Priorato de Sion. Se dice que las mujeres templarias, que alguna hubo, en realidad eran del Priorato. Cuentan que de aquí salieron algunos los templarios fundadores, y en esta Orden admitían alguna mujer. En cuanto al 9 tiene su lógica. Nueve fueron los primeros templarios, y nueve fueron los años que pasaron encerrados en el Templo de Salomón, y durante esos años, hay una hipótesis que dice que encontraron el Arca de la Alianza, donde estaban las piedras cósmicas con leyes, que Dios envió a Moisés.  Otros dicen, que no estaban las leyes, si no la ecuación universal con la que construyeron las pirámides de Egipto y por la que se guiaron, y hay versiones de que las transmitieron a los masones, para construir las catedrales góticas. En todas ellas lo que se buscaba era representar el universo. Pienso que la monja es de alguna Orden, y que en va en busca de su verdad. Es monja de vocación.

¾    Ahora entiendo menos, Cova. ¿Qué tiene que ver los egipcios con los cristianos? La Alianza estaba en Jerusalén y no en Egipto. De hecho, como ya dije, los primeros Templarios, estuvieron nueve años allí metidos en el Templo, estudiando las cábalas y aprendiendo la alquimia.

Montse la debatía sin demasiado convencimiento en sus palabras, pero con la ayuda de Marina conseguían acalorarla.

¾    ¿O no? (La interrumpía Covadonga) No se sabe si en realidad estaba allí o el hijo de Salomón se la llevo a Etiopia, donde estaba el reino de Saba. Hay una leyenda que dice que las pirámides de Egipto fueron diseñadas y construidas por semidioses valiéndose de las coordenadas y ecuaciones universales y con la ayuda de Dios. Los constructores, que obedecían a los semidioses, se unieron a los masones dándoles la ecuación que ellos utilizaron. Unos dicen que son los templarios y otros los masones, pero yo creo que parte de los templarios que huyeron de Felipe, el Hermosos, se unieron a los masones y con ellos el dinero y los secretos que durante años fueron descubriendo. Ahora no me preguntéis quien tiene la razón. Un rollo ¿no? Y respecto a la otra pregunta, porque la otra monja estaba recitando el Salmo de peregrinación. Un salmo donde se nombra al Señor de los ejércitos; Yahvé Sebaot, no es que sean un salmo del priorato, pero de allí salieron monjes guerreros.

¾    Pues si Cova; un rollo. Mejor comemos y vemos que pasa. Marina ¿qué sabes de las ofertas del trabajo? ¿Ya tienes alguna?

¾    Sí, Montse. Nada interesante de momento. 

¾    Démonos prisa si no queremos perderlos. Ya habrán acabado.

Marina se iba al lavabo mientras Covadonga y Montserrat pagaba la cuenta.

¾   Cova, no te dije nada en Olaibar, pero durante la conversación de Bernard y Madison nombraron el grupo Bilderberg. ¡Ya sabes! el un selecto club donde es muy difícil entrar, y donde los más importantes empresarios, bancarios, políticos, etcétera, son miembros. Se reúnen todos los años para cambiar impresiones de cómo va el mundo.  Cuando estuvieron en Sitges, donde los vi, me dejaron sorprendida por su temple en la mirada.

¾   Sí, oí hablar de ellos, y leí que en esa reunión estuvieron Zapatero y la Reina. Sé que uno de los fundadores, fue el príncipe Bernardo de Holanda, el marido de la reina Juliana, por iniciativa del polaco Joseph Retinger. ¿Pero de verdad crees que esos dos son miembros? Esa gente peregrina en coches de alta gama, no caminando.

¾    Ya lo pensé, pero creía que debía decírtelo. No descartemos nada.

¾    Si los volvemos a ver por atención cuando hablen entre ellos y si pillas algo pues ya nos pondremos en guardia.

¾   Y si ellos nos preguntan demasiado también, Cova; también. Los miembros de Bilderberg son recelosos de sus reuniones, pero sus miembros son gentes respetables y excelentes gestores. Si te digo la verdad, me fio más de los musulmanes, que de Bernard y de Madison. No sé si son bilderbergeros, o no, pero esa marcha tan repentina y la conversación…

Llegaba Marina, a la par que el camarero trayendo la vuelta de la cuenta a la mesa. Montserrat sonreía a los de la mesa de al lado deseándole que les aprovechara la comida y reanudaban el camino, no tardaron en dar alcance al grupo, con el que partieron de Pamplona. Pocos kilómetros quedaban ya para llegar a Puente de Reina y hacer la noche. Sus pies ya medio acostumbrados, protestaban cada vez menos. Sor Belén pregunto al grupo si sabían alguna historia templaria que amenizara el camino. Hubo un silencio, que rompió Hakim, contando lo que buenamente sabia.

¾    No sé cómo se dice en latín, pero el primer grito de guerra con el que los templarios nos atacaban era “Dios lo quiere” y comenzaba la batalla. También me contaron que al ingresar en la Orden debían de decir: “Por amor a Dios y el perdón de los pecados” y desde luego que era una justificación porque hicieron todo clase de atropellos. Muy religiosos no creo que fueran por todo lo que atesoraron y no repartieron con el pueblo, que, por otra parte, se sigue haciendo y no quiero ofender al catolicismo, pero el religioso es temeroso de Alá y no hace fortuna a costa del hambriento.

¾    Querido Hakim, en absoluto ofendes a mi religión, entre otras cosas porque veo tu falta de información. Nosotros, ayudamos al feligrés de nuestra religión, y al que no lo es, también. Yo no dejaría de socorrerte, al igual que tú a mí, si lo necesitara. No. Pero te voy a contar parte de la historia de cómo comenzaron los templarios y el por qué. ¡Oh mejor!, hermana Ana, cuéntalo tú,

¾    Pues transcurría el año 1119, cuando el francés, Hugo de Payns, después de tener cuatro hijos, tomo los votos de castidad y partió hacia Tierra Santa, donde los cristianos, estaban siendo salvajemente asaltados por los sarracenos. Balduino II, hombre creyente y temeroso de Dios, de gran lealtad y nobleza en sus tiempos de cruzadas, envió una carta Hugo de Payns, que estaba en Jerusalén protegiendo a los peregrinos desde Europa, invitándole a palacio. Hugo de Payns llegaba a Palacio con cara de circunstancia, sin entender el motivo por el cual había sido llamado. Sabía que Balduino II era un gran devoto de Dios, por lo que su protección a los peregrinos era comprendida, así todo, no lo relajaba. Rendido a sus intrigas, esperaba con ansias la entrada del monarca que no tardó en desvelarle el secreto escondido en la caja fuerte. Hugo, leía con atención cada párrafo, cada renglón que el rey Balduino I había escrito. Debatían sobre teología y protección hasta ya entrada la noche, cuando Hugo se dio cuenta y con una reverencia, se despidió del rey. Todavía tenía que reunirse con su amigo, el sionista Godofredo de Saint-Adhemar, al que convenció para que lo acompañara a la hora convenida, a Palacio donde el Rey los esperaba. El monarca, que, durante la noche, trasladó su residencia a la Torre de David, después de pensar cómo organizar una protección para los peregrinos, les mostraba las estancias de la mezquita de Al-Aqsa, asentada sobre en una parte de las ruinas del Templo de Salomón, donde podrían hospedarse y guardar todas sus pertenecía. Por vivir en el Templo, no tardarían en ser conocidos como los Templarios o como la Orden del Temple, olvidando su primitivo nombre de Los Pobres Soldados de Cristo.

¾    Y donde dicen que encontraron el Arca de la Alianza, y con ella, chantajearon al Vaticano volviéndose extremadamente poderosos.

¾    No lo creo Bernard. Eran muy devotos y temerosos de Dios. Sólo que supieron arreglárselas para ser los primeros banqueros del mundo. Es verdad, que fueron los primeros banqueros y los primeros en hacer cheques de viajes, pero nunca se habla de todo lo que repartieron y lo caro, que muchos de ellos, pagaron con sus vidas. Fueron los protectores de los pobres y de los más débiles inculcándoles la modalidad tanto carnal como espiritual. El rey de Francia, Felipe el Hermoso, que por dentro era bien feo, engaño al Papa Clemente V, consiguiendo que los descomulgaran. ¿Eran inocentes, o eran culpables? Pero de eso ya hablaremos.

 

Dejaban los chopos, los enebros, la carrasca y el monte bajo para adentrase en Puente de Reina, llegando al puente romano que bordeaba al rio Arga. Sobre el puente, a la luz de la luna, lo contemplaban Hakim y Omar, viendo este último, en el ojo más alto del puente, a un hombre de rasgos árabes vestido con un abrigo que tapaba, gran parte del traje de chaqueta cruzado, que llevaba debajo. Dieron unos pasos más, hasta llegar a él, sin dejar de mirar el paisaje que terminaba de sacudirse la nieve y dando la bienvenida a la villa, a todo forastero amigo.

¾    ¡As salamu alaikum ua rahmatullahi ua barakatuhu!

¾    ¡Ua alaikum as salam ua rahmatullahi ua barakatuhu! -Respondieron los peregrinos sin llevarse la palma de la mano al corazón, a los labios y a la frente.

¾    Nuestros amigos no están muy contentos con vosotros. No sabemos nada.

¾    ¡No hay movimiento, señor! Las Damas se hicieron amigas de dos marchantes alemanes, que parecen inofensivos, aunque su distanciamiento repentino nos hace estar alerta. No nos parece normal que llevándose también como se llevan se separen. Los alcanzamos por la arboleda que hay por el camino, y mientras miraban a un gato montés, que le había salido al paso, les sacamos una foto con el teléfono móvil.

Hakim sacaba de un bolsillo su teléfono móvil para enviarle la foto

¾    Bien, la analizaremos. Estamos en contacto. Ahora seguir vuestro camino. Ma’as salaama.

¾    Ma’as salaama                          

Entraban en el pueblo, Las Damas con sus compañeros de viaje. Montserrat, iba hablando con uno del matrimonio sobre Cataluña mientras sus amigas escuchaban a la monja de más edad como hablaba del Camino de Santiago, el cual, Covadonga conocía bastante bien.

¾    Las promesas, una vez que se hacen hay que cumplirlas. El Señor siempre está a tu lado aun cuando pienses que mira en dirección contraria. Hay un proverbio que dice: El hombre proyecta su camino, pero Dios asegura sus pasos.

Las Damas vieron un albergue, al que se dirigieron acelerando el poco paso que les quedaba, y no tardando sus ánimos en volver a resentirse, al comprobar que apenas quedaban camas. Miraron a los más agotados y cediéndoles el sitio, continuaron buscando alojamiento. A unos 500 m., más al sur había un hostal rural, cuya fachada de piedra con detalles en madera, las llamó la atención y decidieron preguntar. Cuando el recepcionista las estaba registrando, aparecieron Omar y Hakim saludándolas amablemente antes de entrar al comedor.

¾    No pensaba que me gustaría verlos. ¿Cenamos con ellos?

¾    ¡No, por Dios! Que si no eructamos piensan que no te gustó la cena y se enfadan.

¾    ¡Vamos, Montse! Que son majos. Vamos a dejar nuestras cosas y si están todavía les preguntamos si quieren que nos unamos.

¾    Marina, yo pienso como Montse. Que eso de que se sirvan primero, como que yo no lo digiero bien. Pero no negaré que me caen bien.

Entraban en el comedor buscando de la mesa de Omar y Hakim. Éstos al verlas, se levantaron, cortésmente hasta que Las Damas tomaban asiento. Ellos, esperaban el café cuando el camarero tomaba nota del pedido de Las Damas. La cena había sido distendida cambiando informaciones sobre sus culturas y haciendo olvidar el cansancio que llevaban acumulado. Durante ese periodo de tiempo, no pensaban en dolores ni peligros hasta que subieron a la habitación.

A Marina le tocaba la cama extra, mientras las otras descansaban en cama más confortables. Ninguna hablaba. Marina pensaba en la quedada que tenía para ese fin de semana con sus amigos moteros hasta Granada. Se acordaba de su casa y de su familia. La sonrisa le volvía cuando las niñas les decían si tenía ofertas de trabajo, contraseña para referirse a las noticias de Cristóbal. De un impulso, se sentó sobre la cama y abrió su Tablet, en busca de posibles nuevas consignas, que hubiera pasado por alto.

 Montserrat, no se acordaba ni de su casa, ni del trabajo, ni de las heridas que todavía tenía en los pies. Pensaba en su teléfono móvil, y lo que daría por escuchar la voz de su pareja. La echaba de menos haciéndosele eterno el camino. <<Seguro que ahora se estaría riendo de mí. ¿Qué estará haciendo? ¿Estará ahora pensando en mí? Te amo>> Recorría la cama, de punta a punta, para hacerse amiga de las sábanas.

Covadonga intentaba llegar a un acuerdo con la cama que, ante los desconocidos, sacaba sus garras incrustándose en las espaldas. Las desconfiadas sábanas, guardaban la distancia hasta que la invitada mostrara su amistad. Covadonga que ya sabía de esos menesteres, cogió una manta que había en un armario, para introducirla entre el colchón y la sábana. No tardó en acomodarse, medianamente bien, para pasar la gélida noche. Entre el acomodo y el distanciamiento del sueño, se le venía una y otra vez, la estrofa del romancero que Don Quijote cantaba para consolar a una doncella, y que Iyán, le cantaba a ella en sus comienzos de noviazgo <<Suelen las fueras de amor sacar de quicio a las almas, tomando por instrumento la ociosidad descuidada>> Y yo te contestaba:<< Tu mi caballero andante de corazón y alma. Que en un despiste me los robaste, y de ti, me quedé prendada. >> No terminaba el romance, cuando acudía a visitarla Morfeo.

El nuevo día parecía sonriente, aun cuando la neblina tapaba a los rayos solares que intentaban iluminar la Iglesia del Crucifijo. Una iglesia de estilo románico, cuya fundación se debe a los Templarios, que, si en sus comienzos fue un albergue, más tarde sería el hospital de los peregrinos. Las Damas habían escuchado por el camino lo singular de su Cristo. Un Cristo en una cruz con forma de pata de oca. Signo, de que el hombre ya encontró el camino hacia la luz. Las Damas quedaban impresionadas por sus grandes dimensiones, típicas de la era medieval, y porque parecía que las hablaba. ¿Era una obra Templaría o una donación germana? Los lugareños les decían que era germana, siglos después de que Alfonso I, El Batallador, al fundar el pueblo, lo donara a la Orden del Temple.

¾    Se dice que la donación fue de unos peregrinos germanos en agradecimiento a los lugareños por la hospitalidad recibida. Si le das la vuelta a la Cruz, parece el símbolo pacifista hippie.

¾    ¡Hostias, es verdad! Montse, estas en todo, hija. Pero los celtas también empleaban simbológicamente, a la oca como protectora de la casa y llena de sabiduría.

¾    Si, Cova  -Con seriedad hablaba Montserrat. Pero si le buscas la vuelta a las cosas, no todo tiene que significar algo religioso, sino anecdótico. Si en la casa había ocas era porque se asustaban, fácilmente de los desconocidos, y ponía a sus dueños en guardia.

¾    Si, Montse (Interrumpía Marina) Pero ¿qué me dices de que la cruz sea un tronco sin tallar? Y respeto a los hippies, igual al verlo lo tomaron como su símbolo pacifista rodeándolo con el círculo y dándole la vuelta.  Eran simpatizantes del Temple.

¾   Pues, mi querida amiga Marina, que los peregrinos alemanes compraron la talla, y ellos, hicieron la cruz con un troco que encontraron. Si no tenían herramientas lo normal es que clavaran la imagen sobre el tronco, sin más. Que quitaran las ramas, es un detalle. Yo no veo que sea un Cristo puesto por los templarios. Más que nada, porque esta zona es posterior al resto, que sí pudo ser Templario. Fijaros en los materiales, son más recientes.  No chicas, este Cristo, para mí, no es Templario; es peregrino.

¾    Para mi es Templario. No hay duda de su simbolismo. -Determinaba Marina

¾    Que sea lo que quiera chicas, pero es original. ¿Podemos irnos ya? que todavía no obro el milagro de que dejara de fumar. Pararemos en Artajona, que es nuestro próximo destino. A ver qué compañía llevamos esta vez.

Entre cultivos de olivo y tomateras, caminaban a paso corto Las Damas hasta que vieron de nuevo a los alemanes. Con la curiosidad de la donación del Cristo de la Iglesia del Crucifijo y conocedores de arte, no dudaron en alcanzarlos.

Bernard y Madison las recibieron, junto con el grupo en el que iban, con una gran sonrisa. Era evidente que se alegraban de verlas. Madison no tardó en disculparse por irse de Roncesvalles sin despedirse: <No queríamos despertarlas al verlas tan cansadas.> Covadonga, fue sin preámbulos a preguntarles por la autenticidad del crucifijo, de la iglesia de Puente de Reina, y éste que había oído en el pueblo la leyenda, no dudó en afirmar que era verídica.

¾    Los alemanes católicos eran grandes seguidores de Santiago apóstol y lo donaron para que confortara a los peregrinos que hasta allí se acercaran

Bernard pensaba como salir del embrollo sin que se dieran cuenta que sólo sabían que era iglesia templaría. Estas preguntas les pusieron en alerta respecto a las damiselas a las que había ayudado. No se le ocurrió otra cosa que sacar el móvil para inmortalizar el momento, con todo el grupo, estando ellas en primera plana, para proseguir la marcha con el mismo entusiasmo que al principio y con el recelo más que justificado.

Llegaban al noble pueblo de Artajona, donde El Cerco, fortaleza del siglo XI, no pierde de vista al visitante, ni al peregrino. Los vecinos orgullosos de su linaje y de su pueblo, al que apenas habían cambiado dejando las huellas de sus ilustres antepasados. Su hospitalidad se acerca más a la nobleza del pueblo llano que al cortesano medieval. Sus estrechas calles empedradas, hacen llano la subida al Cerco donde los Templarios dejaron rastro de su presencia, en la basílica de Nuestra Señora de Jerusalén.

Las Damas, llegaban con los estómagos clamando ser atendidos, y los pies acalorados. Bernard animaba junto a Montserrat, el camino entre bromas e historietas. Unos les seguían en el juego y los que iban con el rosario, disimulaban los movimientos de sus labios que se estiraban hasta las orejas al escucharlos. Un lugareño les indicó donde podían comer bien y a buen precio y sin apartar la vista de las indicaciones, las siguieron sin demora. En apenas cinco minutos llegaban al lugar donde eran recibidos por el tabernero con una jarra de agua fría y vasos para los que llegaban sedientos.  Éstos, agradeciéndole al señor tan generoso detalle, pidieron un desayuno ligero, que les repondrían las fuerzas debilitadas para continuar hasta Olite, lugar elegido para resguardarse de la invernal noche.

Pasearon por el pueblo, volviendo a sacar fotos con los móviles estando ya en la Basílica de Nuestra Señora de Jerusalén y en El Cerco, pero esta vez Las Damas se alejaban del foco, silenciosamente. Madison las seguía con la mirada, a la vez que decía “pa-ta-ta” y fotografiaba al resto del grupo.

Pedían permiso a las piernas para moverse con las barrigas llenas, volviendo la mirada despidiéndose del pueblo. Todavía quedaban unas siete horas de camino antes de envolverse en algunas sábanas cubiertas de mantas. Navarra, llena de caminos religiosos siendo el más conocido el de Santiago, recuperaba al olvidado Camino a Caravaca de la Cruz. Camino usando en la época medieval y también por los Templarios. Pueblos a los que el catolicismo y los amantes de la historia reviven una y otra vez. Los peregrinos, del camino, entre jotas y flamenco, entonaban una estrofa que sus voces alzaban: “Si tres fueron las cruces, seis fueron las cruzadas, para que el padre Ginés a los moriscos guiara ¡Perdida fue la cuenta! de los que a ti te abrazaban. Santísima Vera Cruz; Cruz de Caravaca”.  Las Damas se miraban unas a otras sin mediar palabra.
El tímido sol comenzaba a esconderse y la luna presumía de su nuevo aspecto. El corazón de Navarra, lugar elegido por Olite, ya les anunciaba que les quedaba poco para recibirles. Los pasos se hacían cada vez más cortos entre las llanuras de tierras cultivadas y trafico molesto al que intentaban enmudecer, entre rezo y deseo. Más de uno, buscaba el camino, con seguridad vial y el sonido del peregrino; el camino de andar por tierra virgen sin que el asfalto lo mancillara, el que oxigenaba al caminante, que amablemente lo invitaba, el que calmaba con un guiño al viento que bajaba acompañándolos junto con el color violáceo de la flor entres chopos, sauces y álamos.             Olite los recibía con la hospitalidad que un buen anfitrión proporciona a sus huéspedes. Covadonga, Montserrat y Marina, se congelaban con solo ver el hielo que, ya con la primavera a la puerta, aún permanecía en gran parte del pueblo, dejando a sus compañeros de viaje, que buscaran y preguntaran por albergues o posadas que pudiera alojarlos. En las posadas se hospedaban la mayoría de ellos excepto los alemanes, que se quedaron en un parador. Las Damas se quedaban en una posada cerca de ellos

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