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lunes, 16 de abril de 2018

España, Madrid


Madrid estaba en pleno auge de manifestaciones y trafico parado, con el ambiente caldeado, que se estaba haciendo cada día más familiar para el oso y el madroño de la Puerta del Sol. Cristóbal, estaba en el asiento de atrás de su coche oficial, que enfilaba la transitada calle Alcalá, hablando por teléfono.

¾    ¿Estás seguro Antonio? Si eso es cierto la corazonada de Óscar es cierta. No los pierdas de vista y contacta ante cualquier anomalía.

Cristóbal, pedía a su secretaria, una línea segura para la conferencia con Bruselas.

¾    Antonio vio como los alemanes hablaban con otro alemán en el hotel Monasterio Benedictino. Dice Antonio que el alemán que se hospeda en el hotel sirvió con él en Afganistán, y lo echaron porque sospechaban que robaba armamento. No pudieron probar nada, pero le pusieron a limpiar letrinas y él mismo pidió la baja voluntaria con la autorización del general al mando. Tenías razón, son nuestros hombres, pero siguen sin gustarme las monjas.

¾    Te enviaré un informe exhaustivo de él. Pero sigo pensando que son ellos los que van a robar la Cruz. Antonio que siga protegiendo a las mujeres y que agudice los sentidos como le enseñe. Te tengo que dejar, hoy tengo el día lleno de reuniones.

Cristóbal llegaba a su oficina y después de recibir las novedades del día, ordenaba que no le molestaran durante cinco minutos, tiempo que necesitaba para relajarse y poder ordenar toda la información que acababa de recibir. Se puso a leer y a releer todos los informes de Marina y Antonio, por si se le había escapado algo, pero nada. Ninguna anomalía entre el resto de los peregrinos que indicaran que estaban con los alemanes, aun así, presentía que alguien más estaba tapado y no lo descubrían. Llamó a Antonio para contarle su corazonada, y para pedirle que no bajar la guardia con el resto.

Antonio guardaba su teléfono mientras paseaba, pensando en qué nuevo seguimiento comenzar, por las calles de Daroca. La llamada de Cristóbal le había desarmado todo su razonamiento de que los alemanes eran los peligrosos. Recordaba que el lobo, casi siempre, se esconde detrás de la piel de cordero.

 

Iban comiendo zarzamoras con los agradables aromas de tomillo y lavanda, se distraían viendo la belleza del vuelo alto de las tórtolas, que parecían provocar al buitre, pero no conseguían relajar las piernas las señoras, que apenas podían dar un paso. Tampoco los alemanes ni Alfredo que intentaba disimilarlo, pero al final les cedía el paso a los musulmanes que encabezaban el grupo cuando entraban por la Puerta Alta de Daroca.

 Los darocenses amablemente les indicaban donde podían alojarse a buen precio, recomendándoles una casa rural donde estarían todos juntos. Callejeando admiraban como el pueblo conservaba su encanto de la Edad Media. Su Colegio Escolapios, sus templos que en principio fueron románicos y terminaron mudéjar, como sus calles cuentan como las construyeron los moros, con su fortificación y la importancia que tenía su situación estratégica para el buen comercio de aquella época.

¾    Antiguamente los cristianos peregrinaban hasta aquí, por el milagro de los Corporales Sagrados, con los que los cristianos echaron a los moros. Se conservan en la colegiata de Santa María, y en donde no sólo se pueden admirar los Corporales, sino que también el órgano del siglo XIV y a su altar mayor dedicado a la Asunción. Es una maravilla.

¾    Ana, para no tener estudios sabes bastante de arte. Yo, no tenía ni idea

¾    Bueno Covadonga, esta es la segunda vez que vengo, y en la primera me la explicaron los peregrinos que lo sabían.

¾    ¡Pues venga!, Bernard, Madison, Omar y Hakim, vosotros sois los expertos en arte, a ver que nos enseñáis.

¾    Marina, yo estoy de acuerdo con lo que la hermana Ana, nos contó. Es más, los moros comenzaron a refugiarse en Andalucía

¾    Si Bernard, pero no fue por los Corporales que dice Ana, sino que mis antepasados se retiraron porque no era tan importante el sitio e influyendo también es su decisión, el clima. Nosotros tenemos invierno, pero no es tan duro como el de aquí, y no estaban acostumbrados. No creo que fuera por los Corporales.

¾    Mi querido amigo, Hakim, sino fue así explícame como los Corporales se tiñeron de sangre.

¾    Una leyenda más, como tantas que tienen vuestra religión. Yo opino como Hakim, si fuera este sitio tan estratégico, hoy sería una ciudad tan importante como Barcelona o Madrid, y no lo es.

¾    Bueno no discutamos por nuestras creencias. Omar y Hakim piensan que lo abandonaron y nosotros que fue un milagro y los echamos.

¾    Yo estoy entre Hakim y vosotros. ¡Qué un mulo blanco decidiera llevar al Matías, y que, luego echándolo a suerte, pusieran sobre el mulo los Corporales y los trajera hasta aquí! Si creo que sea leyenda.

¾    Covadonga, cada vez estoy más convencida de que serás una buena feligresa.

¾    No te hagas demasiadas ilusiones, Belén, que eso, lo dudo mucho.

Encontraron un alojamiento acogedor y cálido donde el recibimiento fue exquisito y el agradecimiento fue mutuo. Quedaron para cenar, aunque las ganas eran pocas y donde siguieron discutiendo sobre el milagro, hasta que el cansancio dijo basta. Cada uno fue a sus habitaciones sin tener demasiado claro el asunto del milagro los menos creyentes y absolutamente convencidos los más fervorosos.

¾    Bueno mejor es que descansemos. Chicas, me quedo con la mejor cama.

¾    De eso nada Montse, para ser justas lo echamos a suertes.

¾    ¿Qué opinas Montse de lo que sabe Ana?

¾    Pues que sabe de arte, Cova. Los que me siguen sin convencer son los alemanes, que de arte saben lo justito. Si los escucháis veréis que siempre repiten lo que dicen las monjas.

¾     Sí, me di cuenta y por eso te lo preguntaba.

¾    ¡Vamos chicas! Que los milagros no son arte.

¾    No Marina, pero toda Daroca es arte mudéjar y no los escuché decir nada.

¾    Yo me acuesto que mañana será otro día y las piernas no se acostumbraron al camino y puede que digan, ¡hasta aquí!

¾    ¿Te das por vencida?

¾    Ni lo sueñes, Marina. Una descendiente de Pelayo, nunca, se rinde.

Se acostaron temprano en un silencio de recogimiento, o de cómo descubrir al compañero y de cuáles serían sus intenciones. Silencio monasterial que las llevaba hasta conciliar el sueño.

Los claros del día anunciaban que se les había pegados las sábanas. La etapa del día era corta, pero querían descansar más en Calamocha, de la que los separaba unos veintisiete kilómetros y unas seis horas de camino. Salían de la casa dando las gracias por toda la ayuda prestada a la casera, con destino a la Plaza de Santiago donde tenían previsto desayunar antes de ver la colegiata de Santa María, lugar elegido para partir rumbo a Calamocha, por la Puerta Baja, enfilando la carretera nacional con la compañía de las sierras y los valles.

A paso medianamente ligero llegaron hasta un monolito que les daba la bienvenida a la provincia de Teruel, dejando atrás la provincia de Zaragoza. Los abundantes pinos, hacía que los vaivenes de la carretera no fueran tan interminables para los peregrinos que rodeaban Bárguena para seguir hasta Burbáguena. Burbáguena, es un pueblo pequeño y acogedor con rasgos renacentista aragonés. Pararon por la iglesia, donde el arte impresionaba al feligrés y todo amante del arte, para que el sacerdote les sellara el pasaporte peregrino, y seguir la ruta hasta uno de los palacios, conservado en buen estado, del Marqués de Montemuzo. Las ruinas del castillo parecían contarles las batallas que libraron de los Templarios, a los que sus murallas arroparon. Parecían lamentar que no volviera aquella gloriosa época, donde el peregrino descansaba y, con la fe renovada, volvía al camino de la Vera Cruz de Caravaca con la protección de tan nobles hombres. Algunos del grupo hicieron tentativas de descansar un poco más en el pueblo, eligiendo al final seguir hasta el hotel que estaba a las afueras del pueblo. Un hotel que previamente era un molino harinero y del que conserva el salto del agua trasformado en cascada y en que un chopo y un monumento le da la bienvenida al lugar invitándolos a sentarse en la terraza y así aprovechar los débiles rayos de sol que los acompañaba. Se relajaron un poco, lo necesario, para afrontar los catorce kilómetros que les quedaba para llegar a Calamocha. 

Los alemanes fotografiaban cada ruina, al igual que los musulmanes, y más alejadas Las Damas los observaban con la cámara enfocando, disimuladamente, a cada uno de ellos. Marina tenía puesto un largo objetivo por lo que veía en cada enfoque lo que ellos hacían. Alfredo hablaba con su mujer, Norma, sin perder detalle de lo que estaba sucediendo y tomando notas en un bloc pequeño del que caía al suelo una estampa de Josemaría Escrivá, momento que inmortalizó Marina. Al otro extremo Madison se fotografiaba sin percatarse, de un emblema del Temple: “Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam” para risas de Bernard.

¾    ¡Anda, Bernard! Llama a la hermana Belén que nos diga lo que dice.

Bernard volvía al lugar con ella y con la hermana Ana señalándolas la inscripción.

¾    ¡Dios, Santo! Es un emblema Templario.

¾    ¿Y qué dice?

¾    No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino para la Gloria de tu nombre. Este emblema lo usaron cuando buscaban recursos para financiar las Cruzadas. Al igual que en Daroca. Por aquí también debió de pasar el Santo Grial.

¾    ¡Bueno, eso lo habrá puesto algún bromista! Esa frase la dijo el rey David, antepasado de Jesucristo, y todo aquel que leyó la biblia, lo sabe. No creo que los templarios dieran pistas de cómo se financiaban, que por otra parte estoy convencido que salieron del Templo de Salomón.

¾    Se financiaba con las dotes de los que querían entrar en el Temple y también de reyes y poderosos que les daban cuantiosas limosnas. Eso está escrito en varios libros, como podréis ver. Yo no estudié, aunque Cova piense que sí, pero esa historia ya os la conté.

¾    Ana, si tú dices que no estudiaste no tengo por qué discutirlo. Otra cosa es que me lo crea. ¿Alguno de vosotros le gusta leer?

Solo Alfredo, la hermana Belén, Omar y Bernard y Montserrat dijeron que sí, el resto agachó la cabeza en silencio.

¾    ¡Muy bien! Sin ser Belén, que naturalmente dirá que lo sabía, ¿me puede confirmar quién sabía que ese eslogan era del Temple?

El silencio detuvo el sonido del viento, el silenció de los árboles y hasta el de las aves que sobrevolaban por encima de ellos.

¾    Lo dicho, no sé en dónde, pero que estudios tienes, no me cabe la menor duda. Ahora si os parece bien, seguimos el camino.

Al salir del pueblo, rumbo a Calamocha, los despedían unos campistas al pie de la carretera, deseándoles un buen peregrinaje. Su caminar era alegre y desenvuelto como si comenzaran el camino en ese momento. Cuando llevaban medio camino hecho, cerca de Luco de Jiloca, pararon a descansar los pies y a tomar aire en un merendero, al lado del camino llamándoles la atención los colores de las mesas a juego con los bancos, y de paso aprovecharon para tomar las bebidas isotónicas, sentados a la mesa, como si de una cafetería se tratara. La parada no fue larga para retomar el camino hasta llegar a la ermita-iglesia de la Virgen del Rosario, en Lechado, al pie de la carretera nacional, en donde se detuvieron a rezar. Después de una larga y aburrida recta, llegaban a la villa de Calamocha, capital de la comarca del Jiloca, a orillas del rio Jiloca, en pleno valle.

Qalat Mussa (Castillo de Muza), o lo que es lo mismo, Calamocha, villa dedicada a la industria agroalimentaria, con secaderos en los que se producen el jamón de Teruel. Con su puente romano sobre el rio Jiloca, es uno de los sitios, que no hay que dejar de ver. Por el pasaron El Cid, Alfonso I (El Batallador), Jaime I (El Conquistador) entre otros ilustres, que por peregrinaje o por conquista, dejaron su huella. Pero los peregrinos se fueron directos a la iglesia barroca Santa María la Mayor, donde sellaron su carné de peregrino. La noche se echaba encima y al día siguiente tomarían rumbo a Pancrudo, por la carretera provincial, con unos treinta y tres kilómetros y medio de camino y con un tiempo estimado de siete horas y media, si el cansancio acumulado lo permitía.

El acogedor hostal donde se alojaron todos juntos, les pareció un palacio para sus doloridos pies, que se iban hinchando. Cenaron todos juntos y en medio de la cena, la conversación se iba hacia las costumbres religiosas. Montserrat, no se le ocurrió otra cosa que preguntar sobre los hábitos católicos

¾    ¿Por qué nos persignamos de izquierda a derecha y no al revés? Que sería lo más razonable, según las enseñanzas.

¾    Buena pregunta, Montse. ¡A ver, qué contestan las hermanas!

¾    Al empezar por el lado izquierdo simbolizamos la Rendición y la Pasión de Cristo hasta su Ascensión a la derecha del Padre.

¾    ¿Y de arriba abajo?

¾    La llegada de Cristo hasta nosotros. Baja del cielo a la tierra.

¾    ¿Y por qué tú, hermana Belén, te santiguas con tres dedos? A mí me enseñaron con dos, al igual que a todos los que conozco.

¾    Por la Santísima Trinidad. Por eso me persigno con tres dedos de la mano derecha. Tú lo haces con dos porque simbolizas lo Divino y lo humano.

Omar y Hakim permanecían en silencio respetando las creencias de sus compañeros sin decir las expresiones que sus rostros reflejaban. Bernard y Madison preguntaban a las hermanas si conocían las obras maestras del Vaticano y cuáles eran sus preferidas, sin darles a ellas opciones a que les preguntaran

Se recogieron pronto, pensando en las costumbres que la humanidad tiene y de las que no se da cuenta, ni saben de dónde vienen.

 

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